«Bad Samaritan»: No good deed while doing crime goes unpunished

In this new film by Dean Devlin called «Bad Samaritan» we meet Sean, an Irish immigrant that dabbles in photography with artistic aspirations, and that also uses his job as a parking valet at a restaurant with his friend Derek to break into the houses of some of their customers. Using an interesting system to pick their targets and stealing only things that can go unnoticed for some time, Sean decides to break into the house of Cael Erendreich, a snobbish customer that also owns a luxurious Maserati. Being guided by his friend Derek on the phone, Sean finds several objects that could allow him to quit this side job, but his plans get smashed when Sean accidentally discovers that Erendreich has a girl captive, and that he might be even torturing her. Trying to not get caught by the house’s owner, but noticing some scary tools that makes clear that the girl might not have much time left to live, Sean flees the place, promising her to come back with help.

Feeling awful for leaving the girl at the house, but aware that he might go to jail or even being deported due his criminal activities, Sean makes an anonymous call to the police hoping that the girl will be found and rescued, but as you might guess Erendreich not only has a good alibi to avoid any suspicion by the police, but also when Sean and Derek get into his house again, there is no trace of the girl ever being there. Here is when a dangerous game of cat an mouse starts, since Erendreich is not only aware that someone is meddling with his fun, but also learns about the young men identities and decides to mess up their lives little by little, putting them in danger also their loved ones, knowing very well that the police won’t believe them if they ask for help.

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«Bad Samaritan»: No hay buena acción que no salga castigada.

En «Bad Samaritan» conocemos a Sean, un inmigrante irlandés aficionado a la fotografía con aspiraciones artísticas, que usa su trabajo como «valet parking» junto con su amigo Derek para robar en las casas de los clientes del restaurante donde trabajan. Usando un sistema interesante donde elijen a sus victimas dependiendo de su actitud hacia ellos y robando coas que no sean muy notables, Sean decide irrumpir en el hogar de Cael Erendreich, un cliente pedante y dueño de un lujoso carro Maserati. Siendo guiado por su amigo Derek por teléfono, Sean encuentra varios objetos de valor que les podría permitir retirarse de este trabajo alternativo, pero sus planes se esfuman cuando Sean descubre por accidente que Erendreich tiene cautiva a una chica, y que incluso podría estarla torturando. Tratando de evitar ser descubierto por el dueño de la casa, pero viendo herramientas que dejan claro que esa mujer tiene las horas de su vida contadas, Sean huye del lugar prometiéndole a la joven regresar con ayuda.

Cayendo en un cargo de consciencia mayor al miedo de ir a la cárcel (e incluso ser deportado) en caso de descubrirse sus actividades criminales. Sean hace una llamada anónima a la policía, esperando a que la mujer sea encontrada y rescatada, pero como se han de imaginar, Erendreich no solo tiene una coartada perfecta, sino que hasta cuando Sean y Derek entran en la casa de nuevo, no hay evidencia alguna de la mujer cautiva. Aquí es donde empieza un tenso juego de «Gato y ratón» donde Erendreich, enterado no solo de que alguien le quiere interrumpir su diversión, sino hasta consciente de la identidad de los dos jóvenes, decide echarles a perder su vida poco a poco, poniéndolos en peligro no solo a ellos, sino a sus seres queridos, pues sabe que la policía no los va a defender.

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